12 de mayo de 2007

Un día en la vida de Juan José Alonso Perandones

07.53 horas. Primera hora, primer problema. Está fresca la mañana de Astorga a estas horas. Su alcalde, Juan José Alonso Perandones madruga todos los días y ayer, también, a pesar de haber trasnochado por aquello de la pegada de carteles a las cero horas, como principio de la campaña electoral. Al salir de su casa en la calle Juego de Cañas, camino del Consistorio, tiene ya un primer encuentro ciudadano, inesperado y un tanto penoso. A dos pasos de la acera, a una astorgana que por allí pasaba se le ha pinchado el coche (y tanto el alcalde como el redactor creen que algo más... del coche). Después, la ayuda siempre es buena para aparcar el vehículo hasta que llegue la grúa.
08.10 horas. Alcalde madrugador. Perandones llega al Consistorio y entra por la puerta falsa (hasta las nueve no se atiende al público). En las oficinas de la planta baja el alcalde echa las primeras rúbricas «que no pueden esperar». En la primera planta, deja (...) a su secretaria particular, una batería de encargos, para que cuando llegue a las once, empiece un largo peregrinar de asuntos varios.

08.30 horas. Paso al profesor. El camino hacia el Instituto de Enseñanzas Medias se hace a pie, por aquello de «calentar las rótulas», por atajos que huelen a hierba fresca de los prados cercanos. A las ocho y media comienzan sus clases de Literatura y Lengua, donde permanecerá dos horas, desconectando de su ropaje político. «En el Instituto he sido coherente con la asignatura. Nunca se habla de política, porque dejo de ser alcalde para ser profesor».

10.30 horas. Paseo y café. El camino de vuelta al Ayuntamiento lo hace Perandones por la calle Bastión, a la vera del lienzo sur de las murallas. Y empiezan las primeras paradas con vecinos que le manifiestan que ha quedado bien en los carteles («es gente que me aprecia, que me quiere»), otros le avisan de averías y deficiencias en calles y jardines, papeleras y contenedores. La vuelta por la plaza de San Roque es obligada, para ver cómo van las obras del aparcamiento. En lo alto de la cuesta del Postigo, el parque infantil se está remozando. «Aunque la empresa es española, los empleados son rusos, no sé si nos entenderán», anuncia el alcalde. Pero los rusos sí entienden y la parlada es obligada. Hay que tomar un café en un bar de la Plaza Mayor, «para arrancar la mañana».

11.00 horas. Reuniones y firmas. Al entrar en el despacho, Perandones enciende el ordenador por ver los correos del día, mientras atiende al jefe de la Policía Local, al encargado de las brigadas de obras, a dos concejales, a los primeros vecinos que quieren despachar con él directamente. Todo, según el orden de una buena maestra de ceremonias, como es Gela, su secretaria.

12.00 horas. A ver obras. Perandones sale con el jefe de la brigada a ver diversas obras, como son unos adoquines de la plaza de Santocildes que se han roto, o los desperfectos que causó un día un camión en un mirador de la Plaza Mayor o las canalizaciones que se hacen en el barrio de Puerta de Rey para la televisión por cable. El recorrido vuelve a ser un rosario de encuentros con los vecinos («y eso, que nunca he llevado puesto lo de ser alcalde»). Unas niñas del colegio de La Salle le piden autógrafos. Un paisano le entrega un sobre con la invitación a la fiesta de San Isidro. «No son todos los días así, si no esto sería un calvario. Pero casi».

13.00 horas. Más despacho. De vuelta al despacho el trabajo es una constante (Perandones no tiene dedicación exclusiva). Llama a un relojero para ver si un viejo reloj tiene una fecha determinada grabada, a la arqueóloga, a un concejal a..., hasta la hora de comer, sobre las tres de la tarde.

15.30 horas. Con los internautas. Perandones clausura el festival infantil de teatro música y danza en el teatro Gullón, abarrotado de espectadores. Después, el camino se hace más pausado hasta la sede del PSOE, donde atiende su página web y contesta todas las sugerencias de su foro. Y antes de llegar al hogar, hay que grabar spots publicitarios para la radio en un gabinete acústico.

18.00 horas. Descanso en familia. Juanjo Perandones ha llegado a casa. Saluda a su familia. Se pone cómodo, se quita su armadura de regidor y, casi sobre la marcha, inicia la lectura del libro que en la actualidad le apasiona 'Estambul: ciudad y recuerdos', de Orhan Pamuk. La jornada se relaja en el hogar durante las próximas dos horas.

21.00 horas. Concejo abierto. Y vuelta a empezar. Concejo abierto en la pedanía de Murias de Rechivaldo, en el que los vecinos exponen un cúmulo de preguntas, sugerencias y alguna que otra crítica.

22.30 horas. El descanso del alcalde. Se acaba el día. Alonso Perandones regresa de nuevo a casa, a la familia. «Desde el principio separé mi vida profesional y familiar de la vida política. Esto es privado». Y, encima, ha empezado una nueva campaña electoral.

(fuente: El Mundo/La Crónica de León. Sábado 12-v-2007)